|
|
Los bosques lluviosos:
Riqueza en peligro—Bosques lluviosos amenazados
Incendio en Honduras. (Foto de R. Butler)
Incendios en el bosque lluvioso
Los bosques lluviosos son cada vez más susceptibles ante los incendios forestales, debido a la degradación por la tala selectiva, fragmentación y actividades agrícolas. A los científicos les preocupa que gran parte del Amazonas corre el riesgo de quemarse, y en el futuro se podrían observar incendios similares a los que dañaron Indonesia en años recientes de El Niño.
En la actualidad, la mayoría de los incendios de los bosques lluviosos, originados cerca de pastizales y campos agrícolas, se utilizan para limpiar la tierra y mantener la cosecha. Cada año, durante la época de quema, decenas de miles de incendios son iniciados por inversionistas, rancheros, dueños de plantaciones y agricultores pobres para limpiar el bosque. Bajo condiciones secas, estos incendios agrícolas se pueden expandir hacia los bosques lluviosos vecinos.
Los pequeños incendios en el bosque lluvioso no son raros. Aún en bosques "vírgenes", los incendios pueden quemar miles de acres de bosque durante los años secos. La diferencia entre estos incendios y los que estamos experimentando cada vez más, es la frecuencia de ocurrencia y el nivel de intensidad. Los incendios naturales en el Amazonas generalmente hacen más que quemar la hojarasca seca y las pequeñas plántulas. Estos incendios normalmente tienen flamas que alcanzan únicamente unas pocas pulgadas de altura y prácticamente no tienen impacto en los árboles altos o el dosel mismo. Sin embargo, al pasar, los incendios fijan la trayectoria de los incendios recurrentes y la subsecuente pérdida de bosque. Una vez quemados, los bosques son dos veces más susceptibles a ser deforestados que los bosques que no se han incendiado, principalmente porque los incendios iniciales—a pesar de ser pequeños—adelgazan el dosel, permitiéndole a la luz del sol desecante alcanzar el suelo del bosque. Los bosques que han sido quemados, además de tener un mayor material combustible, también se encuentran cerca de pastizales que se incendian frecuentemente, por lo que están expuestos constantemente a fuentes de ignición. Como consecuencia, los incendios queman con un incremento en la velocidad e intensidad, provocando una mayor mortalidad de árboles. Los intervalos entre incendios de menos de 20 años, pueden eliminar a todos los árboles que le dan soporte al bosque.
Bajo condiciones "normales" de precipitación y humedad, la mayoría de estos incendios se extinguen con la llegada de la época de lluvias o el monzón. Normalmente los bosques vírgenes sirven como un tipo de barrera húmeda, que previene la expansión de los incendios agrícolas (Centro de Investigaciones Woods Hole 1998). Sin embargo, bajo condiciones secas—como las de un año de El
Niño—los incendios se pueden extender desde los pastizales y los campos hacia el bosque primario. El 90 por ciento de los incendios en la Amazonia brasileña ocurren en los años de El Niño.
El anormalmente año severo de El Niño (1997-98) contribuyó con incendios forestales masivos. En el Amazonas, la humedad de la cuenca era 45-55 por ciento menor de lo normal y el Centro de Investigaciones Woods Hole estimó que 400,000 kilómetros cuadrados de bosque podrían ser devastados durante la época de incendios.
A principios de 1998, algunos de estos miedos se materializaron, cuando 13,200 millas cuadradas (34,000 km cuadrados) del estado de Roraima, al norte de Brasil, se incendiaron. Los incendios fueron iniciados por los agricultores de subsistencia, y se extendieron rápidamente a través de la sabana seca, avanzando hacia los bosques lluviosos que normalmente son demasiado húmedos para incendiarse. Alrededor de 3,800 millas cuadradas (10,000 km cuadrados) de bosque lluvioso intacto fueron dañadas o destruidas por estos incendios. Los esfuerzos del gobierno para apagar el fuego tuvieron poco éxito, siendo las lluvias intensas las que lograron extinguir las flamas.
La sequía volvió en 2005, cuando el Amazonas experimentó la peor sequía registrada en la historia. Los ríos se secaron, las comunidades quedaron desamparadas y se generaron decenas de miles de incendios.
Además de destruir al ecosistema del bosque lluvioso y de matar a la vida silvestre, estos incendios provocan otros problemas ambientales. El "fuego" libera miles de toneladas de carbono a la atmósfera y el humo producido provoca el cierre de los aeropuertos locales y hospitalizaciones por inhalar el humo. Estos incendios son una fuente significativa de gases invernadero. Por ejemplo, en un periodo de cuatro meses (julio-octubre, 1987), se inciendiaron alrededor de 19,300 millas cuadradas (50,000 km cuadrados) de la Amazonia brasileña, en los estados de Para, Rondonia, Matto Grosso y Acre. La quema produjo dióxido de carbono, que contenía más de 500 millones de toneladas de carbono, 44 millones de toneladas de monóxido de carbono y millones de toneladas de otras partículas y óxidos de nitrógeno.
Los incendios tropicales que ocuparon los encabezados, empeorarán a medida que se vaya degradando una mayor extensión de bosque y que se expanda el área de bosque previamente incendiado. Un estudio reciente del IMAZON (Instituto del Hombre y la Naturaleza en el Amazonas), encontró que por cada acre quemado o talado que se muestra en un satélite, por lo menos un acre de bosque quemado pasa desaparecibido bajo el dosel del bosque. Los incendios de la hojarasca pueden arder durante meses con temperaturas cálidas y poca precipitación, y los incendios subsecuentes en áreas previamente quemadas son más intensos y destructivos.
Otros estudios advierten que el cambio clmático podría secar significativamente a los bosques de la cuenca del Amazonas y África, incrementándose el riesgo de incendio. En vista del escenario potencial y para lograr entender mejor el impacto de la sequía extendida en el Amazonas y la resiliencia del bosque ante los incendios, el Centro de Investigaciones Woods Hole y la NASA llevan a cabo una serie de experimentos a gran escala en el bosque lluvioso de Brasil. Los resultados preliminares de la NASA sugieren que el intenso humo del bosque del Amazonas inhibe la formación de nubes y reduce la precipitación. Esta conclusión, junto con otros estudios de la NASA que sugieren que la deforestación puede afectar el clima regional, significa que el bosque lluvioso del Amazonas podría estar al borde de una transformación ambiental significativa—y que incrementará la vulnerabilidad del ecosistema ante los incendios.
Preguntas de repaso:
- ¿Por qué están empeorando los incendios en el Amazonas?
[]
Continúa: Guerra
Excepto donde sea indicado expresamente, todo el contenido de este sitio web ha sido escrito por Rhett A. Butler. Este sitio web ha sido traducido por Genoveva Trejo Macías.
|
|
|
|
|