Uno de los casos más extremos y mejor conocidos de explotación del bosque lluvioso ocurrió en Ecuador, en donde el gigante petrolero de Estados Unidos, Texaco (posteriormente Chevron-Texaco), degradó seriamente un ecosistema durante más de una generación. Las operaciones de la compañía petrolera afectaron las vidas de miles de indígenas y de colonizadores. El Oriente Ecuatorial, localizado en el borde oeste del bosque lluvioso del Amazonas, está considerado como el lugar con más diversidad biológica sobre la Tierra. Antes de que Texaco entrara, en 1967, la región era el hogar de grupos indígenas como los Huaroni. Algunos Huaroni eran de los pocos indígenas sobre la Tierra que aún vivían completamente de un modo tradicional.
Originalmente parecía que Texaco iba a abandonar el Oriente sin compensar a la gente, cuyo ambiente fue severamente degradado, pero las continuas protestas de indígenas, ecologistas y de organizaciones de los derechos humanos, forzaron a Texaco a hacer negociaciones. Texaco proyectó sus costos de limpieza a una cantidad moderada de $5-10 millones de dólares. En respuesta al gesto insuficiente de limpieza, junto con la extendida degradación ambiental y los problemas graves de salud entre la gente local, se llevó a cabo en Estados Unidos un pleito activista en contra de Texaco, que apoyaba a las 30,000 personas afectadas por las operaciones de la compañía petrolera. Los juicos previos en contra de Texaco, llevados a cabo en Ecuador, fracasaron debido a la influencia política que tenía Texaco en la judicatura ecuatoriana. La explotación de petróleo en la Amazonia ecuatoriana sirve como un ejemplo particularmente negativo de proyectos de desarrollo en el bosque lluvioso. Normalmente la compañía petrolera abre caminos a través del bosque para poder llevar a cabo sus operaciones. Estos caminos son utilizados por los colonos transitorios, quienes se asientan y dañan el bosque circundante con la roza, tumba y quema, la introducción de animales domésticos, la cacería, la colecta de leña y frecuentemente el contagio de enfermedades exóticas a los nativos locales del bosque. Además de la apertura de caminos, las compañías petroleras como Texaco, queman subproductos de gas natural al aire libre, un proceso conocido como quema de gas. Las flamas, además de contaminar la atmósfera, pueden provocar incendios que podrían destruir una mayor extensión de bosque y amenazan las vidas de los locales. Al final de la década de los 90, la quema de gas en un pozo occidental de Bangladesh fue el culpable de un gran incendio forestal. Los procesos de extracción de petróleo pueden ser sucios y destructivos. Los derrames de las tuberías rotas y los subproductos tóxicos de perforación, pueden ser vertidos directamente en arroyuelos locales y ríos. Algunos de los químicos más tóxicos se almacenan en fosas abiertas de desperdicio, y pueden contaminar las tierras y los cuerpos de agua circundantes. Por razones de seguridad, las operaciones petroleras deben involucrar a la milicia. Los derrames de peróleo son alarmantes en el bosque lluvioso. Un derrame severo de petróleo podría tener un impacto devastador, dada la variedad de sistemas de ríos—desde praderas flotantes, bosques pantanosos y lagos con forma de herradura, hasta barras de arena—que serían afectados. El derrame de petróleo de Exxon Valdez fue difícil de limpiar, aún cuando se limitaba a playas rocosas; atender un derrame de tamaño similar en el Amazonas sería mucho más complicado.
A pesar de la demanda explosiva de petróleo y gas, la gran mayoría de los ciudadanos comunes encuentra poco beneficio en las actividades de producción petrolera. De hecho, los países en vías de desarrollo que poseen grandes reservas de petróleo, tienen algunas de las deudas más grandes del mundo. Durante la década de los 70, cuando los precios del petróleo eran extraordinariamente elevados y las tasas reales de intereses eran bajas, muchos países exportadores de petróleo eran más ricos de lo que son actualmente y obtuvieron grandes préstamos de bancos extranjeros. Los préstamos eran utilizados para patrocinar proyectos de desarrollo costosos, que normalmente eran ineficientes económicamente. En la década de los 80, la capacidad de pago de estos países en vías de desarrollo se colapsó junto con los precios del petróleo, y la deuda de muchos exportadores de petróleo se salió de control. Por ejemplo, la deuda nacional de Ecuador se aceleró rápidamente desde el comienzo del boom del petróleo a principios de la década de los 70. En 1970, la deuda nacional era de $256.2 millones de dólares, pero en 2005 se elevó a $16.8 mil millones. El influjo repentino de petróleo puede afectar una economía en vías de desarrollo, ya que produce un agudo aumento en el valor de las divisas nacionales, que puede volver a los sectores no petroleros como la agricultura y la manufactura menos competitivos en el mercado mundial, de modo que el petróleo domina la economía. El país se vuelve entonces vulnerable ante las drásticas oscilaciones del mercado comercial. La dependencia del petróleo también puede ejercer influencia sobre la forma de actuar del gobierno ante sus ciudadanos. Michael Ross, un profesor asociado de ciencias políticas en la Universidad de California en Los Angeles, cree que los países enriquecidos por el petróleo hacen menos por ayudar a la gente pobre que los países que no tienen petróleo; tienen menores niveles de alfabetización; tienen bajas puntuaciones en medidas como el "Índice de Desarrollo Humano" de la ONU; y tienen una mayor mortalidad infantil y malnutrición. ¿Por qué es esto posible? Los economistas explican, "a diferencia de la agricultura, el sector petrolero emplea a poca gente inexperta. La volatilidad inherente de los precios de las mercancías afectan principalmente a los pobres, ya que son los menos capaces de evadir los riesgos. Debido a que el recurso se concentra, la riqueza resultante llega a las manos de sólo unos cuantos—y de este modo es más susceptible a ser mal utilizado". Debido a que las ganancias del petrólo a veces se concentran directamente en los dirigentes, el gobierno tiene poca necesidad de elevar las ganancias a través de impuestos y de responsabilizarse de los ciudadanos. Haciendo las consideraciones políticas y económicas a un lado, las asociaciones petroleras son blancos fáciles para los ecologistas. Sus operaciones son muy notorias y crean un impacto dramático en la economía local y en las condiciones sociales locales. Debido a que las comunidades locales obtienen pocos beneficios del desarrollo petrolero, y tienen que cargar con el peso de los costos sociales y ambientales, es fácil entender por qué sus efectos devastadores se han exagerado con tanta frecuencia. Preguntas de repaso:
[] Continúa: Tala Excepto donde sea indicado expresamente, todo el contenido de este sitio web ha sido escrito por Rhett A. Butler. Este sitio web ha sido traducido por Genoveva Trejo Macías.
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