TALA: Certificación de la madera y restricciones al comercio

ACCIONES CORRECTIVAS

Aunque casi el 80% de la madera tropical se consume internamente por los países productores, su consumo por parte de Estados Unidos y otras naciones industriales juega un papel importante en la deforestación tropical. Estados Unidos, con menos de 5% de la población mundial total, consume 17% de la producción internacional de madera y es el tercer importador de maderas tropicales, con compras por 1 a 1.5 millones de metros cúbicos equivalentes a $800 millones de dólares al año. Las mejores acciones para reducir el daño causado por la actividad maderera son la imposición de restricciones estrictas, o incluso prohibiciones, sobre las importaciones de ciertas maderas finas tropicales; desarrollar formas más sustentables de extracción de la madera; certificar la madera con respecto a su origen y si se extrajo de manera sustentable; e iniciar el uso de productos alternativos a las maderas tropicales.

Restringiendo el Comercio de Madera

Las restricciones o prohibiciones a la importación de ciertos árboles tropicales que no pueden ser explotados razonablemente sin dañar considerablemente al bosque —como la caoba, la ceiba y el ébano—son asuntos bastante controvertidos. Generalmente la restricción al comercio de ciertas especies se establece mediante su inclusión en las listas de CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres) pero algunos veces esto solo provoca que se eleven los precios de la madera prohibida, haciendo que su extracción sea aún más redituable. [17 de noviembre de 2002 - La caoba de hoja grande, también conocida como caoba americana, ingresa al Apéndice II de CITES]

La restricción del comercio de ciertas especies listadas en CITES esta sujeta a controversia porque en la práctica este mecanismo tiende a actuar en contra de las naciones en desarrollo, sin tener repercusiones para los países desarrollados. Los defensores del ambiente han fomentado que los gobiernos de los países ricos enlisten varias especies de árboles maderables provenientes de las regiones tropicales. Los críticos formulan cuestionamientos básicos como: ¿Quién tiene el derecho a determinar cuales son las especies enlistadas?" ¿Cuáles son los derechos del país afectado? ¿Cuál es la compensación que deben recibir esos países? ¿Se puede esperar de manera razonable que los países en desarrollo absorban los costos económicos impuestos por las naciones industrializadas?

Todas estas interrogantes deben ser abordadas para asegurar una equidad relativa en el mercado internacional y para hacer del CITES un programa viable. Además, la inclusión de las especies en los listados se complica por la falta de información adecuada sobre las maderas comerciales. Poca gente sabe cuantos individuos de una especie determinada existen en la naturaleza y cuales son los efectos de su comercio. Más aún, el destino comercial de las especies es poco rastreado y muchas de ellas son difíciles de distinguir de otras.

El objetivo de las restricciones al comercio de especies arbóreas tropicales es la desaceleración de la deforestación causada por su extracción. La idea de enlistar una especie es retirarla de los mercados legales, lo cual reduciría la pérdida de bosque ocasionada por su extracción. Aunque la tala ilegal y el contrabando crecerían, el tráfico total de la especie probablemente tendería a disminuir.

Una reacción de los gobiernos nacionales para frenar el agotamiento de los recursos maderables o para aumentar los ingresos ha sido restringir las exportación de tablones de madera y fomentar la exportación de productos con valor agregado como madera aserrada y muebles. Con ello se busca incrementar las ganancias nacionales y estimular a la industria doméstica al exportar productos de mayor valor en lugar de simplemente exportar materia prima barata. Hace poco Birmania (Myanmar) decidió retirar paulatinamente las exportaciones de troncos y fomentar el desarrollo de industrias de productos de valor agregado, aunque la tala ilegal en el país aún sigue proliferando y grandes cantidades de contrabando de madera salen del país a través de Tailandia.

Una segunda respuesta nacional frente a la tala indiscriminada es establecer una moratoria temporal a todas las operaciones madereras, de tal manera que el gobierno pueda evaluar la situación y retomar el control de las cosas. En años recientes, Surinam, Guyana, Papua Nueva Guinea, Brasil y la República Democrática del Congo han decretado moratorias en respuesta a la acelerada llegada de empresas madereras extranjeras. Sin embargo, estas moratorias son difíciles de mantener, especialmente cuando los departamentos forestales no cuentan con el personal suficiente. La tala continúa y la prohibición temporal de las exportaciones es burlada con facilidad con el contrabando generalizado, en ocasiones con la complicidad de políticos o miembros del ejército.

Certificación de la Madera

Bosques certificados por el Consejo de Administración Forestal (FSC) al cierre de 2005 Región Área Millones de hectáreas Países Sitios África 1.69 3 33 Asia-Pacífico 2.37 11 63 Europa 34.15 29 324 Latinoamérica 8.05 17 201 Norteamérica 20.9 2 123

El comercio internacional de productos forestales se ve afectado por las preocupaciones ambientales, aunque las acciones mercantiles por sí solas no pueden asegurar el manejo sustentable de los bosques. La certificación de la madera opera bajo el supuesto de que los consumidores están dispuestos a pagar un costo extra por los productos extraídos de manera sustentable, etiquetados con un "sello de aprobación". Una de las agencias más conocidas de certificación de maderas es el Consejo de Administración Forestal (FSC), una organización internacional sin fines de lucro que ratifica que la madera y otros productos forestales provienen de bosques sustentables. Hasta enero de 2006, la FSC había certificado más de 166 millones de acres (67.2 millones de hectáreas) de bosques en 57 países.

Además de certificar la madera, las etiquetas ecológicas tienen el potencial para desanimar a las empresas con procesos de producción no sustentables. La comunidad mercantil internacional originalmente obligó a etiquetar todos los productos antes del año 2000, un requerimiento que les causó muchos problemas a países como Indonesia cuya economía depende en gran medida de la devastación de sus bosques. Con el sello ecológico los consumidores sabrán que el producto viene de un bosque manejado de manera sustentable y podrán realizar su elección de compra.

En años recientes, el número de certificaciones madereras ha crecido dramáticamente, aunque su impacto en ventas ha sido casi imperceptible hasta el momento. Solo unos cuantos productos están incluidos de manera efectiva y aquellos que lo están únicamente tienen éxito en ciertos mercados con conciencia ambiental como Alemania, Holanda y el Reino Unido. A fin de ser exitosos, debe existir suficiente demanda en el mercado para incentivar a los productores a manejar sustentablemente sus recursos. Si esto no ocurre, no habrá una justificación económica inmediata por la cual los productores busquen que sus productos porten sellos ecológicos.

El movimiento de certificación enfrenta varios retos que tenderán a crecer en los próximos años. Entre ellos se incluyen el limitado número de bosques que pueden alcanzar los estrictos requerimientos de certificación, la falta de una definición adecuada de lo que constituye la silvicultura sustentable, escaso interés de los consumidores en los productos certificados, desconocimiento de los propietarios de los bosques sobre como alcanzar las normas de certificación y la creciente hostilidad en las relaciones internacionales entre los países productores y consumidores de productos forestales. Este último reto probablemente es el más signifactivo.Tanto las personas que están a favor como las que están en contra mencionan que la certificación, igual que CITES, puede actuar a manera de discriminación comercial. Aquellos países (generalmente subdesarrollados) que no sean capaces o que no tengan la disposición para manejar sus bosques de manera sustentable van a sufrir las consecuencias en el mercado internacional, mientras que los consumidores de Estados Unidos y Europa prácticamente no se verán afectados. Esta barrera comercial puede exacerbar la hostilidad hacia el comercio internacional y puede causar polarización entre regiones, donde las naciones en desarrollo estén en contra de los países industrializados. Ya existe cierta evidencia sobre la formación de este tipo de alianzas con respecto a los problemas de derechos humanos. La ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático) admitió a Birmania en la organización, lo cual tensó sus relaciones con la Comunidad Europea y Estados Unidos. Muchos países tropicales ven estas sugerencias de manejo forestal como una amenaza a su soberanía.

Algunos aspectos que generalmente se pasan por alto en los esquemas de certificación incluyen el procesamiento posterior a la extracción, el uso de energía, la eliminación de desechos y el transporte. Todos estos procesos pueden tener un impacto significativo en el ambiente y por lo tanto deben considerarse en el proceso de certificación.

Eliminación de Subsidios

Quizá la respuesta nacional más efectiva sea la eliminación de subsidios que estimulan la deforestación. Al eliminar los subsidios para la construcción de aserraderos y carreteras, la tala de los bosques tropicales reflejará más adecuadamente los costos reales de extracción. Por ejemplo, en varios países africanos los costos de extracción y producción superan los ingresos generados, de tal manera que estos países pobres terminan subsidiando la industria silvícola. En Indonesia, donde el círculo de amigos ricos del ex presidente Suharto de las industrias agrícola y forestal recibían grandes exenciones de impuestos, el gobierno mantenía artificialmente bajos los precios de la pulpa de madera, mediante el uso de subsidios que aseguraban que las fábricas de papel fueran rentables. Este tipo de subsidios no buscan el desarrollo nacional, ya que únicamente benefician a un pequeño grupo de personas.


Preguntas de repaso:

• ¿Qué es la silvicultura sustentable? ¿Puede la tala llegar a ser sustentable?
• ¿Cómo funciona la certificación de la madera?
• ¿Cómo pueden los consumidores occidentales ayudar a fomentar la tala ecológicamente amigable?
• ¿De qué forma los subsidios producen deforestación?

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